martes, 3 de febrero de 2009

El dulce encanto de la ironía estética

Y no lo digo porque queden 7 días para ARCO, justo ahora, a las 11.15 estaré entrando por la puerta, después de mi rigurosa cola de 30 minutos por mi acreditación.
No lo digo ni siquiera porque extrañamente me vaya a "librar" de la estupenda y divertida acción pre-feria, el embalar los dos millones de piezas que hemos decidido llevar. Como siempre de mucho más.
Tampoco me refiero a que ahora mis profes de máster, que pasaron literalmente de mí durante 3 años, ahora me acribillen para que les pase mi artículo + bibliografía. Una queja oficial en el rectorado es lo que tendría que ofrecérles a cambio.
No lo digo en relación a la brillante pregunta que prensa de ARCO hace a las galerías: ¿cuál es la pieza de más valor que aporta a la feria? (o algo así). Teniéndo en cuenta que no llevo Picassos/Miros/nisiquieraHöffers, pues poco oiga... En comparación a esos millones de euros poco. Por tanto no me merezco la atención de la prensa. Aunque bien pensado, y si pongo una de las piezas a chiquicientos millones de euritos? Mira tú que pedazo de comisión, además de artículos en el País.
No lo digo por nada de ello. Lo digo porque he vuelto a pasar por el hospital por algo que parecía una chorrada a priori y resulta que tiene un cierto punto de complicación. No me muero ni mucho menos, pero llevo un collarín en plan viejuno, que ojalá y no deba de llevar durante ARCO, eso sí, si veís una tía con cara de irónica y un collarín, fijo que soy yo.
Es lo que tiene... El dulce encanto de la ironía estética.

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