miércoles, 6 de febrero de 2008

Ser princesa...

Hoy me he levantado con ojeras, quejándome de mi mala suerte madrugadora, con mi gato relamiéndose cuando ha visto que se quedaba con mi mullidita almohada y mi trocito de cama.

Hoy me he levantado, y no es que mi vena republicana haya decaído, queriendo ser princesa. No una de esas que viste en Carolina Herrera o Pertegaz, sino de esas de vestido con tutú, tul y corona de piedritas brillantes. De esas que creen en la posibilidad que "Príncipes a Domicilio, SL" les haga llegar el suyo, y esperan llenas de fe a que tan feliz suceso acaezca. Sé que me cansaré pronto de este matutino deseo, como cada vez me cansa más el azúcar y me encantan las verduras, pero hoy quiero ser princesa de cuento.
Ya sé que mi encargo a la SL distribuidora surtió efecto y tengo a mi príncipe particular (salido de un catálogo de príncipes perfectos, como el Fernando de Marta), pero quiero sentir la esperanza de ser princesa de cuento en el sentido más absurdo, el de la espera en una ventana, melena al viento, esperando oír un trote, una bruja con una cesta llena de manzanas, un dragón hambriento o una madrastra con ganas de jarana...
Hoy necesito almíbar, aunque lo deteste... Hoy quiero ser una princesa de Disney.

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